Tras años de discusión teórica, empieza a abordarse en serio el importante y complejo tema de la integración asistencial del espacio socio-sanitario. En este sentido, se dibuja en el horizonte inmediato, un plan que implicará de lleno a los sanitarios de Atención Primaria, y en particular a los médicos. Es muy probable que los Médicos de Familia terminemos involucrados, igualmente, en la gestión del Testamento Vital.
En atención al carácter de salud bio-psico-social que debe centrar la asistencia primaria, parece lógico suponer que será la Medicina de Familia quien se encargará de abordar este territorio socio-sanitario. No es tan evidente, sin embargo, que sea la actual plantilla de AP de Osakidetza quien deba hacerse cargo, pues la contratación de médicos de familia para esta tarea específica, sería una solución razonable. Pero lo que, de ninguna manera debiera ocurrir es que si estas nuevas e importantes funciones, se terminan cargando en la plantilla de AP, termine haciéndose sin tener en cuenta la repercusión laboral de las mismas en forma de horas de trabajo y, por tanto sin que se cuantifiquen los recursos necesarios para realizar las nuevas funciones, y no se constituyan en detrimento de las muchas que ya venimos haciendo.
Llevamos años escuchando a los políticos sanitarios, promesas de “colocar a la AP en el lugar que le corresponde” y cada nuevo consejero de Sanidad afirma su “firme intención de incrementar el peso de AP en el sistema sanitario”. Pero todas estas declaraciones suenan como un mantra destinado a satisfacer oídos y tranquilizar conciencias, pues nunca se plasman en nada concreto. Muy al contrario, los recursos de AP no aumentan mientras la carga laboral no para de crecer.
Los médicos de familia atendemos una población envejecida que sufre más y mayor patología; diagnósticos más precisos y tratamientos más efectivos tienen una complejidad creciente y requieren más dedicación; hemos asumido cargas laborales procedentes del hospital (control del tratamiento anticoagulante); para colmo, padecemos una política de sustituciones francamente restrictiva en tanto las plantillas médicas de AP nunca se han dimensionado teniendo en cuenta la tasa estructural de ausencias del trabajo (vacaciones, bajas, permisos…etc).
El resultado está a la vista, con agendas de consulta estiradas al máximo, con consultas indemorables insertadas con calzador (¿dónde han quedado los diez minutos por consulta?) asediados de burocracia por todos lados y con consultas telefónicas para completar el pastel. Y luego nos piden docencia e investigación para poder progresar en una Carrera Profesional más bien hospitalocéntrica.
Como burros de carga. Así nos ve Osakidetza a los médicos de Atención Primaria. Mansos y simpáticos animalitos que soportamos sin chistar lo que nos quieran echar encima.