De aquellos polvos vinieron estos lodos

Para muestra  un botón: A comienzos de este año 2008, la dirección del Hospital Donostia estableció un sistema voluntario de trabajo por encima de la jornada habitual. Este sistema, y su correspondiente retribución fue pactado y aceptado por un grupo de médicos de diversas especialidades médicas. Tras unas cuantas semanas de funcionamiento, el sistema fue desmantelado precipitadamente. A fecha de hoy, tras varios meses de espera, los facultativos afectados, no han percibido las cantidades que se les adeudan por el trabajo realizado sin que conozcan la causa de este inexplicable retraso, y ello pese a que la deuda se ha reclamado repetidamente. El Sindicato ha denunciado esta situación ante los Servicios Centrales de Osakidetza, pues nos parece de suma gravedad que se esté dando largas a un pago salarial.

Se trata de un asunto aislado, no cabe duda, no podemos menos que reconocer que nuestros salarios, por regla general, se pagan con puntualidad, pero no es este un buen camino, desde luego, si Osakidetza quiere ganarse la confianza de los médicos.

Durante muchos años -demasiados- los médicos nos hemos sentido marginados por la Administración Sanitaria; zarandeados por decisiones burocráticas tomadas en despachos, muchas veces alejados de la realidad asistencial a pie de calle; con nuestros salarios en continuo descenso, la presión asistencial en ascenso y la tradicional «recompensa moral» que siempre nos compensó, en clara bancarrota. Todo ello ha tenido (y tiene) consecuencias sobre la moral de trabajo, que estamos experimentando ahora.

Las medidas laborales generales acordadas con la organización central, las mejoras de todos conocidas, son importantes, hasta muy importantes si se quiere; pero los detalles, el trato personal, las relaciones con unos mandos inmediatos que no solo tengan «potestas» (poder), sino «auctoritas» (mando ganado con prestigio) lo «micro» en una palabra, es tanto o más trascendental, porque grandes cosas pueden ser -y a menudo lo son- destruídas  por circunstancias aparentemente insignificantes. Resulta paradójico, pero no deja de ser muy  significativo, que unas condiciones laborales y salariales mejores que en épocas pasadas coincidan con momentos bajos de motivación laboral. Una cita bíblica para terminar: «Quien tenga ojos para ver, que vea y quien tenga oídos para oír que oiga».