La reciente noticia de los sueldos de los sanitarios que hemos estado en primera línea en la pandemia Covid ha generado una gran indignación entre los profesionales médicos que no salen de su asombro y se preguntan quién de sus compañeros que están al pie del cañón cobra las cifras que se reflejan en dicho articulo. Más de uno, incluso, se ha ofrecido a mandarnos su nómina para desmentir lo referido.
Otra cosa sorprendente es que en ningún momento se refleja la fuente de esos datos tan “fidedignos”, cosa que, por cierto, incita a la desconfianza.
No negamos que alguien en Osakidetza pueda tener una nómina semejante, aunque, desde luego, no es lo habitual en los trabajadores de “a pie”.
Claro, si hablamos de sueldos brutos y tenemos en cuenta las guardias pues podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que la información que se presenta es errónea o está, como poco, sesgada.
Que faltan médicos, es un hecho, de sobra conocido. Muchos llegan incluso a duplicar jornadas en aras de garantizar una adecuada atención a la población, algo que esta crisis sanitaria ha puesto de manifiesto. Si un médico hace el trabajo de dos, lógicamente tendrá que cobrar más. Igual que lo haría una cajera de un supermercado o alguien que trabaja en otra empresa.
Otra cosa bien distinta son las guardias. La atención sanitaria es continua, 24 horas al día, 365 días al año. Los servicios no se pueden dejar sin cubrir. Las guardias habitualmente son de entre 17 y 24 horas seguidas, y se pueden hacer una media de 4 o 5 al mes, dependiendo de la disponibilidad de personal para hacerlas. Al déficit estructural que arrastramos desde hace años (plantillas mermadas) se une también el coyuntural (bajas, vacaciones, permisos…). Es más, estas horas de guardia no computan como hora trabajada, a diferencia de lo que ocurre en otros colectivos (bomberos, policías…) que pueden acceder por ello, a una jubilación a los 60 años con el 100% de la pensión.
La penosidad y peligrosidad de algunos trabajos está contemplada y aceptada por la sociedad. Resulta incomprensible que en el ámbito sanitario no lo esté. El desgaste emocional y físico, en algunos casos con consecuencias graves para la salud, que hemos soportado los profesionales de la sanidad en esta emergencia por Covid 19, ha sido, y lo es hoy en día, brutal.
Cuando montamos en un avión, entendemos que el piloto tiene a su cargo centenares de vidas y es por ello que nadie se cuestiona su sueldo. Pero ¿qué pasa con la responsabilidad del médico? ¿Cuántas veces la vida de un paciente depende de nosotros a lo largo de nuestra trayectoria profesional?
A pesar de doblar turnos, hacer guardias y no tener ningún complemento de penosidad y peligrosidad, la mayoría de los médicos de Osakidetza no llegamos ni por asomo a las cifras que se platean en dicho artículo. Si así fuese, ¿Por qué lo habitual es que emigren nuestros facultativos al resto de Europa y no al revés? Es evidente que las condiciones de nuestros colegas europeos se ajustan más a lo que un colectivo médico indispensable, característico e irremplazable se merece.