Por el artículo 33

Bajo este eufemismo (que esconde otro término, poco elegante pero mucho más expresivo) iniciamos una sección fija, donde desgranaremos las triquiñuelas, desinformaciones y demás expedientes «ingeniosos» que, en estos tiempos de penuria, utilizan ciertas jefaturas de personal para limar gastos, un poquito por aquí y otro por allá, siempre a costa, naturalmente, de nuestro bolsillo.

Algunas de las «perlas» que conocemos vulneran de tal manera la legalidad, que sólo la ineptitud o la mala voluntad pueden explicarlas. Por cualquiera de ambas razones, los responsables merecerían censura, pero mucho nos tememos que, muy al contrario, serán condecorados, porque, ya se sabe: se trata de practicar aquella «sabia» máxima que ordena barrer para el convento, y si el perjudicado no está conforme …….. ! que vaya a los juzgados; ya se aburrirá!

Enviadnos vuestras experiencias. Garantizamos la confidencialidad.
CASO Nº1
érase una vez un facultativo que realizaba guardias de PF (de 7 horas) en su hospital. Tenía que hacer, por añadidura, módulos de sábado, de esos que se abonan aparte como complemento de productividad.
Así transcurría la apacible vida de nuestro protagonista, hasta que, en este bendito año 2011, le comunican que, puesto que debe 31 horas a la empresa, no se le abonarán los primeros módulos que realice, hasta tanto se complete el horario anual.

¿Cómo es esto posible -protesta airado en el Departamento de Personal- si los que hacemos guardias (Acuerdo «dixit») tenemos la jornada fijada de lunes a viernes y no generamos, por tanto, déficit anual? ¿Cómo es esto posible -abunda en su argumentación- si la propia Instrucción de módulos de sábado establece que se pagará desde el primero, si el afectado realiza guardias, y no se fija límite a esta condición?

El funcionario de personal se rascó la cabeza pensativo y, tras unos segundos de duda, -!eureka!- encontró la respuesta:

!! Serás ignorante…., tus guardias no cuentan a estos efectos porque no dan derecho a descanso al día siguiente !!

Algo confuso por la «autoridad» con que hablaba el funcionario de personal, que, además, no era cualquiera, el probo facultativo, se retiró, pero no pudo evitar la punzante sensación de que le estaban mintiendo. En los siguientes días se asesoró y comprobó que, tal como sospechaba, le habían tomado el pelo y le aplicaban el artículo 33.