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Ya tenemos premio princesa de Asturias. ¿Y ahora qué?

 El pasado 3 de junio se hizo entrega del premio Princesa de Asturias de la Concordia 2020 a los sanitarios que han hecho frente a la Covid-19

Las razones, según la Fundación que los entrega:

«Expuestos a una alta y agresiva carga viral, su entrega incondicional, haciendo frente a largas jornadas de trabajo sin contar, en ocasiones, con el equipamiento y los medios materiales adecuados, según quejas de organizaciones profesionales y sindicales del sector, representa un ejercicio de vocación de servicio y de ejemplaridad ciudadana. Con un espíritu de sacrificio personal sobresaliente en favor de la salud pública y del bienestar del conjunto de la sociedad, se han convertido ya en un símbolo de la lucha contra la mayor pandemia global que ha asolado a la humanidad en el último siglo».

Si hay algo bueno que tiene un premio es que durante un ratito te pone bajo los focos, encima de un escenario; lo malo es que quien te lo entrega se pone una medalla a tu costa, cuyo brillo dura mucho más que el tuyo, ya que tu cuenta atrás para que todo siga igual que antes termina con el último escalón de tu bajada del escenario. Bonito colofón para que los dos meses de aplausos vespertinos vuelvan a la “vieja normalidad”, para que todo el reconocimiento y sufrimiento queden bien cerrados bajo llave en un cajón.

Aquí, lamentablemente, ha sido la dirección de Osakidetza quien también nos ha hecho merecedores de dicho premio. De hecho, durante la crisis de la Covid-19, no ha destacado por ser la vanguardia del cuidado y respeto de sus profesionales. Hemos sido las y los trabajadores, a través de las organizaciones sindicales, también el SME, quienes hemos conseguido que acepten cuestiones tan básicas como que no se considere lógico y no una alarma social llevar una mascarilla quirúrgica o que se considere a los sanitarios como colectivo para hacer test a los sintomáticos, el no enviarnos a trabajar siendo PCR+, el mantener el derecho a las vacaciones, el mejorar nuestra protección, el hacer test a todos los sanitarios, la aplicación del Acuerdo de Condiciones de Trabajo o la retirada de contratos para actividades sin límites para los MIR recién terminados… Todos ellos han sido logros sindicales, algunos exclusivos del SME, en contra de las iniciativas que Osakidetza ha tenido para los receptores de este Premio Princesa de Asturias.

Esta lucha contracorriente contra nuestros propios superiores, además de nuestro trabajo clínico diario, nos ha hecho merecedores de este galardón, también a los sanitarios de Euskadi. Por ello, esperamos que este premio vaya más allá del escenario de su entrega y espolee a una la Dirección de Osakidetza, porque esto no era un paraíso antes de la crisis de la Covid-19: deterioro de la AP, sobrecarga laboral, saturación en tiempos pre-Covid-19, recortes no recosidos, una OPE en los tribunales, congelación de la Carrera Profesional, fuga de profesionales, falta de transparencia, incumplimientos de acuerdos diversos (contrato estable y flexible, productividad…).

En el panorama de crisis actual y que se nos avecina, ya hay países donde se va a replantear todo el sistema sanitario de arriba abajo o donde – a pesar de la crisis- se van aumentar los recursos sanitarios a todos los niveles.

Osakidetza tiene que cambiar, el sindicato de todos los facultativos -el SME- va a empujar para que sea en la buena dirección.