
Salud laboral
Seguridad en los Centros de Salud de Osakidetza
Constantemente vemos noticias de agresiones a sanitarios, amenazas o vandalismo hacia instalaciones sanitarias públicas. El último ejemplo es el destrozo ocasionado por un usuario en el PAC de Irún el pasado 24 de julio; mientras la médica, el enfermero y la administrativa temÍan por sus vidas, encerrados en una consulta esperando que acudiera la Ertzaintza
Vemos personal de seguridad en todos los centros públicos con atención al ciudadano. Es un elemento que transmite seguridad a los trabajadores y tranquilidad al usuario. ¿En todos los centros públicos? No. Una vez más la excepción son la mayoría de los Centros de Salud.
Hechos como estos no son más que la punta del iceberg de una tensión cada vez más patente en los ambulatorios. La histórica sobrecarga de la Atención Primaria, básicamente soportada por el personal médico, ahora más que nunca repercute en una ciudadanía que cada vez aguanta menos.
¿Por qué? Tras el cambio en 24 horas del modelo asistencial en la Atención Primaria con una predominancia de la consulta no presencial, sin una información previa a la población, ésta comienza a sentir que no está recibiendo una atención de calidad.
Suma y sigue: Tras el confinamiento, la Atención Primaria se encuentra desbordada. A todo el trabajo pendiente (programas previos etc..) se le añaden las descompensaciones por el confinamiento, las nuevas consultas y todo lo relacionado con la COVID-19: atención de toda sospecha, papeleo para el médico (bajas, certificados, eximentes de mascarillas…), e incluso la gestión del miedo social y de la falta de responsabilidad.
Y aún hay más: Se “sugirió” a TODA la plantilla de Osakidetza que solicitase las vacaciones en los meses de verano porque, ante un posible rebrote de la COVID 19, no podían garantizar el disfrute de las mismas más allá de este período. Ahora la Atención Primaria con el 50% de su plantilla, sin sustituciones, y con una población que no ha descendido, como en años previos, por motivos vacacionales, sufre las consecuencias.
¿Consecuencias? El agotamiento y la saturación de los médicos son insoportables.
Los PACs empiezan a no sostener el desbordamiento del resto de la Atención Primaria.
Una parte de la población, descontenta y cada vez más exigente, buscando eludir sus obligaciones ciudadanas, quiere imponer su criterio al médico y requieren la firma de certificados que acrediten el “no uso de las mascarillas”. En ocasiones, si no se satisfacen estas demandas, pueden transformarse en amenazas y denuncias, hasta en agresiones directas.
Los conflictos en muchos Centros de Salud (gritos, faltas de respeto…) son casi diarios, enrareciendo el ambiente de trabajo y desmotivando aún más a los profesionales.
Es por todo ello que desde el SME exigimos: