Las dos caras del recorte salarial

Es cosa sabida; lo hemos repetido en varias ocasiones: Durante el periodo 2010-2011, los trabajadores del sector público -los sanitarios en nuestro caso- vamos a perder un 10-12% del salario real; retrocedemos un 5% en forma de bajada nominal directa y un 6-7% suplementario a cuenta de la inflación de estos dos años. Esto si no nos «obsequian» con un tijeretazo suplementario en la segunda mitad de este año 2011. Pero, muchas veces, las cifras frí­as no dan la auténtica dimensión de los hechos; hace falta traducirlas a escala humana, a la de nuestra vida diaria, para que adquieran su verdadero significado y podamos sentirlas cabalmente.
Hagamos números, aunque sólo sean redondos y aproximados:
Más de 30.000 sanitarios en Osakidetza, a los que se nos ha seccionado una media de 3.000 euros por cabeza, suponen la bonita cifra de 90 millones de euros de nuestra masa salarial, literalmente volatilizados. A cierta categorí­a laboral (es fácil adivinar cuál) nos ha caí­do, por cierto, mayor participación en la «fiesta»; más de la mitad de estos millones corren por cuenta nuestra, de los facultativos … no nos detendremos en ello, pero ya tiene bemoles que con las vacas gordas el porcentaje de subida salarial que nos aplican suele ser menor que la media y en cambio, cuando vienen mal dadas nos obsequian con cifras mayores que el resto .. pero, en fin, sigamos.
Tampoco esos 90 millones consiguen darnos una imagen a la medida de la comprensión humana, pero las cosas cambian cuando uno cae en la cuenta de que este dinero de que hablamos supone que todos y cada uno de los sanitarios estamos trabajando «gratis et amore» durante un mes y medio. Ni más ni menos que 45 dí­as del calendario, 32 dí­as laborables o, si se prefiere, 224 horas .. y sin contar las guardias. Esta es -de momento- nuestra aportación a la colecta destinada a pagar unas deudas de las que no tení­amos ni idea, porque no eran nuestras.

De modo que, todos en bloque, estamos dedicando mes y medio de nuestro tiempo y esfuerzo a esta peculiar ONG obligatoria, mientras la Dirección General de Osakinini (perdón, de Osakidetza, aunque el nombre le cuadra bien, pues ni escucha, ni negocia) en lugar de proponernos para el «Premio Nacional a la Colaboración Desinteresada» o alguna otra merecida medalla de este pelaje, se empeña en mantener su polí­tica laboral autoritaria y prepotente; una polí­tica (a los hechos nos remitimos) de total falta de diálogo; una polü­tica, en fin, que se reduce al ordeno y mando hacia dentro y a la pura propaganda para el exterior.
Y el Consejero repitiendo que desea, busca y tiene la colaboración de los profesionales …. ¿en qué mundo viven?