Sabemos de un hospital de Osakidetza que lleva años pagando las guardias a mitad del precio que corresponde. Tal como suena, por la cara. Sin embargo, los que sufren la situación temen ir al juzgado a reclamar lo que injusta e ilegalmente se les niega.
No pocos médicos llevan años, encadenando nombramientos eventuales y no se atreven a demandar judicialmente una plaza que por derecho deberían ocupar.
Las plazas vacantes no se sacan a interinidad –contrariando la regulación- porque los dirigentes prefieren tener eventuales atemorizados.
Innumerables médicos saben que se les salta en el orden de listas y no defienden su derecho porque les paraliza el miedo a engrosar una lista negra.
La renuncia a derechos y la sumisión a las jefaturas se han convertido en condición habitual para tener posibilidades de trabajo y acceso a una plaza fija.
¿A dónde hemos llegado? ¿Dónde vamos a ir a parar con esta combinación de jefes tóxicos, dirigentes que miran para otro lado, terror generalizado y sálvese quien pueda?